JULIO 2025
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Con motivo del 60 aniversario de la inauguración del Museo Nacional de
Antropología en el bosque de Chapultepec y de los 200 años de la fundación del
antiguo Museo Nacional Mexicano en los salones de la Real y Pontificia Universidad
de México, se ha elegido esta pieza por ser el objeto conocido más antiguo del
Occidente de México que ha permanecido en exhibición por lo menos desde 1882.
Se trata de un disco de cobre que ya aparece mencionado en el catálogo de
Gumesindo Mendoza y Jesús Sánchez, cuando las colecciones del antiguo museo
fueron trasladadas desde la Real y Pontificia Universidad de México al edificio
de la calle de Moneda en el Centro Histórico de la Ciudad de México.
Procedente del estado de Jalisco, el disco mide 28.5 cm de diámetro y 1
mm de espesor. Su superficie metálica fue decorada con motivos vinculados a la
representación solar mediante la técnica del repujado. Presenta dos orificios
laterales, posiblemente para sujetarlo a un soporte de madera.
Discos similares se han encontrado en otros asentamientos del Occidente
de México, así como en sitios contemporáneos como Tula y Chichén Itzá, esto
revela una cosmovisión y prácticas sociales compartidas en Mesoamérica entre
los años 900-1000 d.C.
Probablemente se trata de un disco dorsal o tezcacuitlapilli, elemento
que los guerreros de alto rango portaban en la parte baja de la espalda como
parte de su indumentaria. Los guerreros mantenían una relación estrecha con el
sol, los guerreros caídos en combate o sacrificados acompañaban al astro en su
recorrido matutino, desde el amanecer hasta el cenit.
Dr. Eliseo Padilla Gutiérrez
Curador-investigador, MNA
Durante la década de 1860, las colecciones que albergaba la
antigua Universidad de México se mudaron al edificio de la Casa de Moneda,
donde fueron exhibidos varios objetos del Occidente de México.
Foto: Fototeca Nacional D.R., Secretaria de Cultura/INAH.
Gracias al catálogo de Gumesindo Mendoza y Jesús Sánchez,
sabemos que en el estante 2 de la segunda sala se exhibía un disco de metal
junto con otros objetos metalíferos como cascabeles, bezotes, pinzas y hachas.
El disco estaba colocado en el cuadro número 52 y había sido
una donación del señor M. Bárcena.
Este singular disco fue hallado en una localidad de
Zapotlán, un municipio del sur de Jalisco, ubicado al poniente del Nevado de
Colima.
Dibujo: Museo Nacional de Antropología.
La comparación entre el dibujo que aparece en la obra de
Alfredo Chavero México a través de los siglos (publicada en 1884) y el estado
actual de la pieza, permite constatar que los faltantes eran evidentes desde el
siglo XIX, principalmente en el borde y el hueco central del disco.
Reprografía: Chavero, Alfredo, México a través de los siglos, tomo 1, 1958, pp. 75.
El disco presenta un círculo concéntrico interno con cuatro
motivos equidistantes de volutas y plumas. Al exterior, hay cuatro motivos
triangulares que representan el resplandor solar, alternando con cuatro motivos
de barras asociados también al astro rey y orientados a los rumbos del
universo.
Entre ellos, ocho motivos circulares en alto relieve
simbolizan estrellas del firmamento.
Foto: Archivo Digital de las Colecciones del Museo Nacional de Antropología, INAH-Canon, 2025.
Por su morfología e iconografía, este disco pudo haber sido
un tezcacuitlapilli, ubicado en la espalda baja de guerreros de
alto rango, como se observa en los “atlantes” de Tula.
Asimismo, el círculo central delimita con barras cuatro paneles que contienen a
la serpiente Xiuhcóatl, o serpiente de fuego.
Foto:
Museo Nacional de Antropología.
En el
asentamiento de Guadalupe, en Zacapu, Michoacán, se excavó una sepultura
fechada hacia el 900 d.C.
En su interior
se halló un individuo masculino joven, que murió a causa de una herida de
flecha. Portaba un rico atavío que incluía un pectoral de concha en forma de
mariposa y un disco de arenisca con mosaico de pirita en el dorso, atributos
que permitieron identificarlo como un guerrero.
Reprografía: Pereira, Gregory, Costumbres funerarias y sociedad del Clásico Tardío en la cuenca de Zacapu, Michoacán, Arqueología, 1997, No. 19, Figura 68. pp. 68
Los discos dorsales o tezcacuitlapilli se han encontrado
como ofrendas en otros asentamientos de la época, como en la Sala 2 del Palacio
Quemado de Tula.
Uno de ellos presenta un disco de arenisca al centro y ocho
paneles radiales; en cuatro de ellos se incrustaron teselas de turquesa con
motivos relacionados con la Xiuhcóatl, la serpiente de fuego.
Foto: Archivo Digital de las Colecciones del Museo Nacional de Antropología, INAH-Canon, 2025.
Frente al Templo Mayor de Tenochtitlan se han excavado
esculturas de guerreros que portan en el pecho un pectoral en forma de mariposa
y en la espalda el disco tezcacuitlapilli.
Los guerreros caídos en batalla acompañaban al sol desde el
amanecer hasta el cenit.
Foto: Archivo Digital de las Colecciones del Museo Nacional de Antropología, INAH-Canon, 2025.
En la mitología mexica, este disco o espejo representa el
lugar donde fue creado el sol, el fuego primigenio.
En la lámina 46 del Códice Borgia, el disco aparece de
manera lateral; sobre él se ubican una olla y una gran hoguera, donde los
dioses se sacrificaron para dar origen al sol.
En Jalisco y Michoacán se han encontrado otros discos
metálicos, lo que revela una tradición particular del Occidente.
Estos objetos de superficie brillante evocan el resplandor del sol.
Foto: Eliseo
Padilla.
Este disco metálico de 16 cm de diámetro, procedente de
Michoacán, retoma el mismo diseño de los discos dorsales: una división en
cuatro paneles delimitados por barras, en cuyo interior se alternan motivos
zoomorfos que posiblemente representan a la Xiuhcóatl, la serpiente de
fuego ligada al sol y a la guerra.
Los cuatro orificios al centro posiblemente sirvieron para sujetar un espejo con mosaico de pirita.
Foto: Archivo Digital de las Colecciones del Museo Nacional de Antropología, INAH-Canon, 2025.